Las entidades y agentes financieros convencionales basan el desarrollo de su actividad y sus objetivos en la persecución de un rendimiento económico tan alto e inmediato como sea posible. Lo que muchos adjetivan como la lógica del máximo beneficio.

Basar una actividad tan decisiva para moldear las sociedades como lo es la financiera, para perseguir, casi exclusivamente, el máximo lucro posible acarrea externalidades negativas graves como la vulneración de los derechos humanos o la destrucción del entorno ecológico, para citar sólo dos.                

Las finanzas éticas nacen desde los movimientos sociales, pacifistas y ecologistas, para dar respuesta a la inquietud de muchas personas, empresas y entidades que no querían ver como su dinero estaba vinculado al fomento de actividades contra las cuales luchaban. Las finanzas éticas, pues, nacen de la idea de: “con mi dinero no” para más adelante incorporar la idea “con mi dinero sí” y fomentar la aparición de entidades financieras que usaran las herramientas bancarias para un desarrollo positivo de la sociedad.

Las finanzas éticas basan su fuerza en su sencillez. Algo tan simple como incorporar la ética al conjunto de las decisiones diarias de ahorro e inversión.

Esta visión cambia completamente las motivaciones, objetivos y acentos de la intermediación financiera respecto a la banca tradicional. La intermediación financiera entendida como herramienta al servicio de las personas y nunca como una herramienta simplemente de negocio. Se trata de rescatar el valor social del dinero.

Se trata, en definitiva, de romper paradigmas:

  • El papel de las entidades financieras en nuestra sociedad: Una entidad financiera puede jugar un papel beneficioso para el desarrollo social y humano de una sociedad.
  • Los objetivos de las finanzas éticas: El objetivo de una entidad financiera no tiene que ser maximizar sus ganancias ni ser un fin en sí mismo, sino ser una herramienta al servicio de la sociedad.
  • La estructura de propiedad: Convertir las entidades financieras en entidades democráticas y participativas siguiendo la lógica de "1 persona, 1 voto".
  • La transparencia: Las finanzas éticas aplican transparencia absoluta en un sector marcado por la opacidad. Todas las personas saben hacia dónde y hacia a qué se dirige su dinero.