Darse la mano, sobretodo en entornos rurales y en épocas pasadas era un gesto y un compromiso a respetar. A nadie se le ocurría pensar que no tener un trozo de papel escrito y garabateado o que otra persona con traje oscuro diera fe del asunto, otorgara menos valor a aquél acuerdo sellado con un apretón de manos.

Debemos recuperar el valor de la confianza. Debemos poner en práctica modelos que centren sus esfuerzos en tejer redes ciudadanas que nos recuerden el valor que tiene estar entrelazados como individuos y como sociedad y desarrollar a partir de ahí, la confianza mutua.

 

 

Sirva de ejemplo el sistema de avales que Coop57 pide a los socios que reciben préstamos. Reciben el nombre de avales personales mancomunados.

En el ADN del funcionamiento de Coop57 hay insertados una serie de valores, uno de los cuales —y de los más importantes— es el principio de la confianza. Las garantías que se piden a la entidad que solicita financiación son que busque personas cercanas y que confían en el proyecto para que alcancen un compromiso personal para responder como avalistas por una parte del préstamo concedido. En el caso de que la entidad no pudiera devolver el préstamo, las personas avaladoras responderían en su nombre y sólo por la parte avalada.

La confianza reside en que el aval personal mancomunado es un documento privado que no va a notario y donde no se pide información económica de la persona que avala (nóminas, situación económica patrimonial, etc.) ni se inmoviliza, previamente, ninguna cantidad de capital. Simplemente es un papel donde la persona expresa su compromiso. Y con esto, ya es suficiente.

 

¿Y por qué se confía tanto en los avalistas? Porque se confía en la entidad por la que responden. ¿Y por qué se confía tanto en la entidad? Porque ya nos conocemos, nos tenemos confianza. Nos conocemos porque la entidad, antes de solicitar un préstamo y en consonancia tener que buscar a sus avalistas, se ha hecho socia de Coop57 y es durante este proceso cuando la entidad y Coop57 empiezan a construir su relación.

Antes de que una entidad sea admitida como socia debe pasar una evaluación social que sirve para ver si la actividad que lleva a cabo esta entidad es transformadora y se adecua a los principios y valores de Coop57, pero no sólo sirve para esto. Sabemos que en el futuro deberemos desarrollar una confianza mutua y para tener confianza con alguien, la clave es conocerse.

 

En este sentido, Coop57, a lo largo de su historia ha concedido más de mil préstamos y la firma de estos préstamos nunca se ha hecho ante notario. ¿Por qué se debe encarecer el coste de un préstamo para que una tercera persona dé validez a un acuerdo entre dos partes que ya confían la una con la otra? Sería absurdo.

 

 

 

 

 

 

Por lo tanto tenemos una triple dimensión que se interrelaciona y retroalimenta en forma de círculo virtuoso: tejido social, conocimiento mutuo y confianza.

 

La una no sirve sin la otra y la otra mejora la anterior. Es decir, como más esfuerzos volquemos en desarrollar el tejido social, más nos conoceremos; como más nos conozcamos, más confiaremos la una con la otra y como más confiemos, más ganas y más fácil será tejer redes de colaboración mutua y así iremos desarrollando este círculo virtuoso hasta ir consiguiendo nuevas formas de interrelación que ayuden a una transformación social en positivo de nuestra sociedad.

 

 

 

La economía social y solidaria, con sus todavía larguísimos caminos por recorrer, va desarrollando pasos en este sentido, sobretodo en la construcción de experiencias de mercado social que alimentan esta triple dimensión.

 

El mercado social es un espacio de coordinación y organización para intentar agrupar todas las prácticas de economía solidaria y fomentar los intercambios de bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades sin salir de la economía solidaria. Existen actualmente en Catalunya y en el estado español iniciativas de este tipo como lo son el “Mercat Ecosol” (http://www.mercatecosol.cat/) en Catalunya o el portal “Konsumo Responsable”  (http://www.konsumoresponsable.coop/) a nivel estatal.

 

También fomenta este aspecto la celebración de ferias de economía alternativa. Espacios que también sirve para poner de manifiesto que cada vez más necesidades pueden ser cubiertas bajo las lógicas de la economía social y solidaria  pero que sobretodo son un espacio para desarrollar reciprocidad entre los distintos actores sociales y económicos y que lleva a la confianza mutua.

En junio de este año se celebró la primera feria de economía solidaria en Madrid, se celebró la cuarta edición en Aragón, ya hace más de 20 años que se celebra el Encuentro de Economía Alternativa y Solidaria de Córdoba, IDEARIA, que este año 2013 llegó a su onceava edición y que, en menos de dos semanas, el 26 y 27 de octubre, se celebrará la segunda edición de la Fira d’Economia Social i Solidaria de Catalunya en Barcelona.

 

Es en espacios como estos donde se puede recuperar el valor de darse la mano.